El día de hoy acudí a una
ponencia llamada “Lesbianismo Político” a ciencia cierta no sé el nombre de la
autora, no porque no haya puesto atención sino porqué al momento de presentarla
no se les entendió en el micrófono, lo que alcance a percibir fue Martha, pero
de nueva cuenta reitero que no lo sé. Esto dentro del marco de la 2da Jornada
Cultural de la Diversidad organizada por el Movimiento LGBTTTI y bajo la
invitación de una amiga, lesbiana, por supuesto.
Seré sincera, no iba con muchas
expectativas, lo hice por acompañar a Mariana, salir de casa y aprender algo
nuevo, incluso mientras íbamos al lugar jugamos con la perspectiva ¿qué pasaría
si mi madre se diera cuenta?, no es que ella tenga lesbofobia o algo por el
estilo pero últimamente se ha “preocupado” porque, al menos en cada círculo de
amigos, tengo una amiga como lesbiana.
Llegamos al recinto, el mezanine
del Congreso del Estado (sé que en realidad para este nivel no tiene mucha
relevancia que lo mencione pero más adelante lo haré) con media hora de
anticipación, tomamos nuestros lugares y platicamos en lo que iniciaba el
evento. Éramos aproximadamente quince mujeres, dos hombres, un gay y dos trans;
se podrán dar cuenta de que no mencioné el número de lesbianas porque no lo sé,
creo que en realidad debería de contar las heterosexuales que presenciamos la
ponencia.
La verdad es que pensé que
presentarían algo novedoso ya que comenzaron con una breve introducción
respecto a las propuestas que tenían pensando entregar a las autoridades correspondientes
para hacer posible los derechos humanos de las lesbianas, sin embargo no
fue así, el discurso fue el mismo que he presenciado a través de las redes
sociales. La autora del escrito decía que era una lesbiana amorosa, que tiene
amigas en la ciudad de México que son feministas, y por la manera en la cual se
expresaba parecían radicales, que conoció a través del movimiento de mujeres,
mencionó a varios de ellos: feministas, contra los feminicidios, hombres
feministas, lesbianas feministas, o cualquier nombre que incluya los
sustantivos feminismo y lesbianas. Todos tienen el propósito de luchar por el
derecho de las mujeres, principalmente el de las lesbianas, pidiendo tolerancia
por ser diferentes. Y eso fue todo.
Después dieron paso a una serie
de preguntas y respuestas en donde una chica comentó que era necesaria la
educación de las nuevas generaciones porque habrá más lesbianas en el mundo,
luego otra se “ofendió” porque ella decía que no se tiene que esperar a que
esta generación tenga hijos paras tomar cartas en el asunto, su discurso se
basaba en tolerancia, que nadie les diga nada cuando pasean por un centro
comercial, besarse con su pareja, hostigarlas o acosarlas por sus preferencias
amorosas y sexuales, luego lo resumió exigiendo libertad.
La libertad no existe, es sólo un
ideal romántico que nos han inculcado a lo largo de la historia.
Fueron precisas las ideas que
plasmaron, un mundo en donde cualquiera puede salir a la calle sin temor a que
les hagan nada, la elocuencia fue lo suficiente para llegar al escaso número de
asistentes; reclamaron que no hubieran más pero sabían muy bien el motivo de ello: miedo.
Sabían que el miedo de las
mujeres a ser reconocidas como lesbianas en el Congreso del Estado era grande,
el miedo a ser rechazadas, a ser agredidas, a ser marcadas solamente por un
gusto pudieron más que luchar por sus derechos.
Es motivador que realicen este
tipo de eventos, además de las marchas que, para mí, están sobrevaloradas, pero
lo que parece que no les queda claro es que de la teoría a la praxis hay todo
un mundo de distancia y precisamente era lo que quería expresar pero ya no hubo
tiempo para hacerlo.
Desgraciadamente vivimos en una
sociedad conservadora que durante siglos ha actuado por medio de una “familia
tradicional” y machista. La iglesia nos ha calado hasta los huesos al decir que
la homosexualidad es pecado, claro, sólo traduce con literalidad lo que les
conviene y que me perdone Dios en dado caso de no ser así. Pero si los griegos,
de donde han salido los filósofos más reconocidos, decían que se acostaban con
las mujeres porque era necesario poblar las ciudades, pero no porque realmente
lo quisieran, el verdadero placer lo tenían cuando se acostaban con hombres. Ya
existía la homosexualidad, e incluso el lesbianismo con Safo, y lo veían con
naturalidad ¿Por qué la sociedad del siglo XXI no puede aceptar algo que ha
existido desde siempre? Sólo fue cuestión de que entráramos a esa era llamada
medieval para que todo se retorciera.
Al parecer lo que no entienden
nuestras amigas lesbianas es que todo por lo que están luchando ahora no lo
vivirán, por el contrario, serán las siguientes generaciones las que podrán disfrutar de todo lo que han
logrado, así como en décadas anteriores las lesbianas lucharon por el respeto
que se merecen y ahora ellas pueden hacer este tipo de eventos, en los cuales
se pueden expresar libremente en el Congreso del Estado, sí, no en un salón de
eventos, parque cualquiera, no, es el CONGRESO DEL ESTADO. Creen que no han
logrado nada cuando hace unos años sería impensable que pudieran presentarse en
lugares como estos.
¿Es injusto? Sí, vaya que lo es,
pero la vida no es justa y deben comprender que siempre habrá odio, ying y yang
si desean verlo de esa manera, bien o mal; si existe el amor también el odio
estará presente.
Seguirá habiendo personas a las
cuales no les guste que manifiesten sus expresiones amorosas en público, incluso
que estén “en contra” de la homosexualidad, lo que sí se puede hacer es enseñar
la tolerancia desde ahorita.
Ejemplo estúpido: a mí no me
gustan las calabazas pero no por eso voy a ir a matar a todos los jornaleros,
personas que las degustan, ni a quemar las hortalizas porque ese vegetal no es
de mí agrado, simplemente tolero a quiénes sí, las evito comer y listo.
Eso es lo que se les debe enseñar
a esta sociedad que recién está abriendo su mente ante diferente pensamiento,
hay diversidad y hay que aceptarla tal y como es; tolerar si no podemos
consentirla del todo. Al menos en mi caso lo hago, tengo la fortuna de ser
docente y a veces tomo la libertad de dar pequeñas “lecciones” vivenciales en
lugar de aplicar algún ejercicio en el tema: les hablo de la homosexualidad con
naturalidad, del respeto hacia los demás y de la aceptación de todos. Puede que
les llegue algunos o puede que no, pero al menos estoy haciendo la labor que la
misma sociedad me demanda.
Así que, adelante, lesbianas,
sigan luchando para que dentro de unos años no muy lejanos puedan salir a la calle
sin miedo a una represión.
No soy “lencha”, pero me rodeo de
ellas.