miércoles, 13 de octubre de 2010

La última y nos vamos

Te miré por última vez, te tapé con la sábana y di la media vuelta y comencé a recordar el día de hoy mientras caminaba a la salida del callejón. La misma rutina de siempre, levantarme, mirar la ropa que debería vestir y preparar la taza de café. Mi celular comenzaba a vibrar era un mensaje tuyo, predecible como siempre, deseándome los buenos días, diciéndome lo mucho que me amas y que estás ansiosa por verme hoy, te respondí solamente con un “yo también”. Abrí la regadera, el agua corría hasta llegar a su fin, imaginé que eras tú la que reemplazaba el lugar del vital líquido. Duré cinco minutos más de la cuenta, quería cambiar aunque fuera un poco aquello que hacia todos los días, quería tomar el control por lo menos una vez en mi vida, deje que el agua recorriera todo mi cuerpo, cerré los ojos y te imagine entre mis brazos tan frágil como un cristal. Luego te apretaba tan fuerte que te quebrabas en miles de pedazos y un grito surgía de lo más profundo de tus entrañas. Abrí los ojos, ya no podía darme el lujo de seguir desperdiciando el tiempo, salí de la regadera, me alisté y corrí hacia mi trabajo. La misma gente, el mismo escritorio, el mismo trabajo, era lo mismo de siempre, mirar por la ventana y ver a los vecinos del lugar sacar a pasear a su perro schnauzer que pareciera ser que es el único que les alegra la vida, luego a la pareja de amantes que se quedan de ver a la misma hora y ser interrumpidos por las llamadas de sus esposos sospechando que los engañan con alguien más. Pasó la hora de oficina y me fui a comer, cuando estuve a punto de llegar al restaurante una pequeña niña con una gran sonrisa llego a mi encuentro extendiéndome una hoja donde decía que era sorda y pedía una cooperación para sustentar sus operaciones, no le creí en lo absoluto pero como no andaba de mal humor decidí darle una moneda. Ella se fue corriendo después de el encuentro, cuando entré al restaurante me informaron que ya no había mesas disponibles, si gustaba esperar alrededor de 20 minutos para poder ocupar una, deje al mesero hablando ya que me di la media vuelta e hice una nota mental de no volver aquel lugar.

Pase por un lugar de comida rápida, elegí una hamburguesa con papas y me senté a mirar a las personas que estaban ahí, típicas familias que decidieron pasar un tiempo juntos ya que por cuestiones de trabajo no les queda tiempo para nada, algunos enamorados, una tipa solitaria con su notebook y yo. Le dí dos bocados a la hamburguesa y la dejé, el apetito se había esfumado al salir del establecimiento me marcaste, estabas preocupada no te había mandado un mensaje afirmándote algo que sabías de antemano pero que te encantaba escuchar y leer; decirte te amo, decirte cuanto te necesito pero ¿sabes? jamás lo volveré a decir.

Quedamos de vernos en el mismo parque, en la misma banca y sí, a la misma hora, llegue minutos antes como de costumbre, tú por el contrario tardaste más de lo normal: 15 minutos de retraso. Te excusaste diciendo que había un choque terrible, al parecer un conductor ebrio había atropellado a una niña sorda, inmediatamente pensé en la niña de al medio día pero no me importó, tu retraso me había exasperado.

Me besaste en los labios pero te rechacé de inmediato, preguntaste que me pasaba, fingí un dolor de cabeza y un poco de nauseas te preocupaste al instante pero tus palabras, tu perfume, y tu vestimenta me volvían loco, por lo que sólo me quedo invitarte a mi departamento para sorpresa tuya. Cuando íbamos caminando hacía allá un tipo intentó quitarte el bolso, lo seguí hasta un callejón y lo golpee hasta cansarme, hasta saciar mis tormentos de tus reclamos y mi rutina, hasta exterminar todo halo de hastíes en mi vida.

El tipo yacía inconsciente, tal vez muerto, te acercaste para cerciorarte que estaba bien, pero en ti, en ti vi todo lo que me hacía falta, te tome por los brazos y comencé a besarte, te quejabas de que era brusco sin embargo no me importó. Te recosté sobre el piso y tú comenzaste a gritar, algo se apoderó de mi y no recuerdo nada más. Sí, fuiste todo lo que me hacía falta, vida, amor, delicadeza, pero eras demasiado, demasiado para un ser que se conforma con comer hamburguesas con papas, demasiado para alguien que se conforma con darle una moneda a una niña que su sonrisa vale más que todo el sueldo que percibe en un año, que se conforma con quitarle la vida a quien le da la vida. Mire alrededor y encontré lo que buscaba, te miré por última vez, te tapé con la sábana, di la media vuelta y comencé a recordar el día de hoy mientras caminaba a la salida del callejón…

jueves, 7 de octubre de 2010

Metáforas




Metáforas: Recurso literario usado para poder imaginarte de mil y un maneras.

¿Cómo te explico? ¿Cómo le explico? Como explico que cada mañana el terrible despertar se hace mas pesado. Que quiero dejar de crearte, que quiero dejar de enviarte caricias con la luz del viento.

Que me desgarro con los luceros, que quiero quemar la cascada de sentimientos, que deseo ya no verte en los agujeros horadados en el diamante negro, que deseo destruirlos para cegarte.

Deseo que dejes de ser el culpable, que aunque lo he decidido. Que decidí quererte puramente, que decidí que fueras el dueño de los suspiros y los susurros del alba, siento que no sirve de nada.

Que aunque te lo grito con mi mirada, con mi roce entre tus dedos y con mis pasos atolondrados, me doy cuenta que no servirá de nada. No servirá de nada si cada deseo, si cada ideal, no te lo digo con palabras.

Pero me acobardo, dejo mi valentía a un lado cuando te siento en la misma bóveda de mil colores que te sigue. Incluso aunque deteste tu esencia, cuando surge en otras personas me impregno de ella y te veo. Te toco con mis manos, te dibujo con mis labios y te siento en cada paso.

¿Cómo te explico? Que diciembre me persigue con tu nombre, que me ata y me secuestra en recuerdos borrosos de tu desliz de invierno. Que deseo incansablemente que el hubiera exista, que un reloj fuera la máquina del tiempo para detener justo el momento en el que no existo, no existes; sólo vivimos.

Quiero idealizarte con tu maldad, con tu olor a tabaco, con tu incredulidad, para buscar tus contornos, tu ternura casi inexistente. Y así llevarte en lo latente, en lo fugaz y lo efímero de esta vida tuya y mía, que tú comenzaste pero que sigo sin esperanza alguna.

Cómo lo explico, cómo explico que eres la brisa de la montaña, la espuma de la luna al aparecer la mañana, el tintineo agradable de la campana en el silencio de mi almohada, el fulgor de la estrella que pasa por la ventana.

Dime, cómo te lo explico, cómo te lo grito, cómo te lo palpito, cómo te lo pinto, cómo me dejo llevar con lujo de violencia ante el golpeteo la realidad de tus besos con ella.

Utilizo tus recursos, tus horarios y tus llamadas para entregar al pequeño fracturado, que resuena débilmente para que tú vuelvas a quebrarlo, ¡qué no me importa! ¡Escondelo! ¡Rómpelo! ¡Tiralo! Que es tuyo, que te lo regalo para que lo hagas vibrar y soñar, que no importan que ellos sean rotos e imposibles. El soñador está hecho de esos fragtales de infinidad cubiertos con plumas escarlatas.

Te imagino y te aspiro en la palabra no dicha...

viernes, 1 de octubre de 2010

He decidido

Hoy, he decidido quererte, aunque tú no lo hagas... he decidido quererte, para que sepas que alguien te quiere puramente, así tal cual eres.
He decidido quererte aunque no lo sepas, o aunque lo ignores.


He decidido quererte, por el simple placer de hacerlo, porque me gusta sufrirte, porque me gusta mirarte a escondidas y arreglarme para parecerte bonita.

He decidido quererte, para desperdiciar mi corazón en ti, para desperdiciar mis susurros, mis anhelos, mis silencios.

He decidido quererte, para lograr que las mariposas vuelvan a mi, para lograr la emoción de cada día, para parecer niña chiquita y pensarte en cada anochecer.

He decidido quererte, para imaginar una vida contigo, una vida que nunca se hará, una vida que lejanamente se sueña.

He decidido quererte. para imaginar tus besos, imaginar tus desplantes y tus enojos, imaginar la ternura que sólo guardas para ella.

He decidido quererte, aunque cada día te deteste, aunque cada día te robe tu aire, aunque cada día al mirarte y verte cual eres te aborrezca, para luego arrepentirme y envidiarte.

He decidido quererte, aunque en cada mañana me digo firmemente que ya no quiero hacerlo.

He decidido quererte, para que mi corazón vuelva a latir por alguien, que aunque sepa que al final de esta historia que tú comenzaste por tu ser beodo, y que yo seguí por decisión errante, terminaré sufriendo y llorando, y a pesar de todo eso... he decidido quererte.