lunes, 16 de febrero de 2015

Después de unos años, meses, días, horas, minutos, segundos, momentos, piensas que has continuado con tu vida, piensas que no duele, piensas que las heridas han sanado, que ya has llorado lo suficiente. Pero no, nunca es suficiente.

Hay dolores que no dejan de doler, heridas que nunca terminan de cicatrizar. Y es que una cosa lleva a la otra y de alguna u otra manera terminas dándote cuenta de que sigues siendo la misma, que aunque tu caparazón cambió un poco, lo adentro sigue igual.

Duele, palpita, duele, respiro, duele, vivo: duele.