sábado, 26 de noviembre de 2011

Llamadas

Hace apróximadamente tres semanas que decidí ir al cine con mi mamá. Ya saben de esas veces en las que las mamáces te piden tiempo para ellas y tú gustosamente aceptas estar en su compañía. Digo, no hay nada como sentirse como la niña pequeña de mamá en la que te consicente y te hace recordar momentos infantiles en las que la felicidad era las sonrisas que se dibujan en el corazón.

En fin, luego de decidir cual sería la película que veríamos optamos por una llamada ¿Cómo diablos le hace? Sarah Jessica Parker es la protagonista, una madre de negocios en la que no tiene tiempo para estar con sus hijos y esposo por toda la carga de trabajo que tiene debido a que tiene que viajar de un lugar a otro por un proyecto que ideó.
El compañero donde viaja es el tipo de Casino Royal que ahorita no recuerdo su nombre pero que no es el último rubio y pues ya está rucón pero eso no impide que se vea poquito guapillo así que comienza a existir un química entre ellos que hace que el tipo se enamore, bueno no enamorar sino que le comienza a gustar y bueh. Ya saben comienzan los dilemas éticos que si le pone el cuerno al esposo que si mejor no y blah blah blah. Luego por arte de Hollywood ella le encuentra una pareja perfecta para él, y la relación con su familia se compone y todos son felices y contentos.

"Comedia romántica" con la misma idea de siempre, final predecible y sin nada de sorpresa, pero bueno la disfruté porque estaba con mi mami y eso es lo que cuenta.

*Suspira*

Pero bueno, el motivo de esto no es tanto por la película ni que salí con mi mami sino un evento un poco extraño, llegamos considerablemente temprano al cine y sin comer por lo que compramos unos nachos para matar el hambre y sobre todo el tiempo en lo que se llegaba la hora de la película, he de decir que los nachos estaban ricos pero el jalapeño bastante picoso por lo que mi mamá me mandó a comprar una soda cual chacha que soy.

En lo que estaba en la fila sonó mi celular, era número desconocido y como no soy paranoica ni nada por el estilo decidí contestar; era un muchacho.

Me marcó preguntando por una Priscila, le dije que no era su nombre, que me llamo Elizabeth. Claro que para llegar a esa resolución duramos alrededor de dos minutos ya que la conversación fue algo así:

-Bueno.
-¿Qué onda? ¿Dónde estás?
-Disculpe, ¿con quién quiere hablar?
-Con Priscila.
-Am no, éste no es su número.
-¡Ah caray! ¿Segura?
-*Risita de enfado pero que denota nerviosismo o algo así* Sí, me llamo Elizabeth.
-Bueno y ¿cómo estás?
-¿Perdón?
-Pues si ¿no? Al menos platico contigo.
-Emmh... no.
-Entonces qué, ¿no se arma?
-Pues.... no.
-Bueno, ni modo. Bye.
-Bye.

Y ya, esa fue toda la conversación, luego como buena tuitera que soy comence a recriminarme ¿Y si él era el amor de mi vida y no me dí cuenta porque rechacé platicar con él?
¿Y si apartir de esa llamada podría comenzar una bonita historia de amor digna de una película hollywoodense en la que los protagonista, él y yo, nos conociamos, tendríamos problemas de iniciar la relación pero luego nos daríamos cuenta de que somos almas gemalas y nos casaríamos, tendríamos tres hijos, un perro, un gato, una casa en los suburbios (que no existen en Chihuahua, por supuesto) y cada quien tendría el empleo que siempre había deseado en la vida?

Claro, esas preguntas pasaron en un tiempo de 40 segundos, luego compré la soda, me fui con mi mami y le conté lo que había pasado. Luego dedarme cuenta de los ridículos pensamientos que tuve solamente me reí, pero como quien no quiere la cosa le mandé un mensaje al tipo diciéndole que esperaba que encontrara el número de Priscila. Jajaja sí, lo sé. Bastante patética pero chance chicle y pega.

Pasó el tiempo, entramos al cine, vimos la película, luego fuimos a cenar unas deliciosas alitas para llegar a casa y ver Soy tu fan. Curiosamente cuando estaba pensando en lo que había pasado, ya que me puse a leer el mensaje que le había enviado, otra vez sonó mi celular y era el mismo número. Preguntaron otra vez por Priscila, le dije que no era su número que era Elizabeth, hubo un silencio incómodo, una disculpa y luego colgamos.

Me reí por lo que había pasado y ya.

Llamadas que cambian momentos, llamadas que tal vez fueron hechas por el amor de mi vida pero que jamás conoceré porque no quise que platicara conmigo o simplemente llamadas realizadas por un desconocido que se equivocó.