miércoles, 28 de agosto de 2013

Si la utopía es caminar, me quedaré sin pies

Ideales que se forjan en cada lucero que creemos nuevo
ideales tan perfectos que duele al crearlos
ideales que incluso sufren por la perfección de sus dueños.

Nada más alejado de la realidad,
sólo posible entre divagaciones que se asoman
por pequeñas ventanitas de color azul, verde, miel, café, avellana, ámbar... 

A veces las ventanas lloran, a veces les rompen los cristales
a veces les ponen cortinas que ya no se abren.

Creemos que trabajamos por un mundo mejor cuando el nuestro
está, está lleno de incertidumbre que se embarra en los rincones,
manchando las esquinas, golpeándolos con sus gritos de torpeza.

No somos torpes, sólo simples quijotes que sueñan vivir en la luna
porque ese pensamiento nos pone románticos.

Y cuando despertemos de nuestra locura nos veremos cansados, 
con una capa de polvo rodeándonos, con las cuerdas desgarradas,
la mirada fija en un objetivo que sabemos con cada poro de nuestro significante ser
que será imposible de alcanzar, pero no importa, jamás importará.

Si la utopía es caminar, me quedaré sin pies, porque ahora sí que "pies pa' qué los quiero, si tengo alas para volar."