El jueves mientras estaba en el trabajo y tenía una de las tantas horas libres que caracterizan el día, me puse a inspeccionar una carpeta donde tengo algunos de los trabajos que hice en la universidad, ensayos, exposiciones, análisis comparativos, análisis estilísticos, en fin, todo aquello que hice a lo largo de cuatro años y medio, aunque en realidad sólo tengo registro a partir de quinto semestre y los que leí fueron a partir de séptimo si mal no recuerdo.
El caso es que me di cuenta que lo extraño, y de una manera titánica, extraño estar un día antes haciendo el ensayo de 20 cuartillas que el doctor Sotelo o la maestra Mónica nos pedían, extraño la presión, la inspiración, las quejas, pero sobre todo el producto de todo el esfuerzo.
Extraño la disciplina, la prisa, el análisis, el pensamiento, el lenguaje letrado, la presunción, los sinónimos, la corrección y edición de estilo, en realidad sólo extraño mi vida de estudiante. Extraño no tener más que las simples preocupaciones que mencioné arriba, terminar una exposición, improvisarla más bien, escribir análisis, ensayos largos y tediosos, ensayos pequeños pero profundos, en realidad lo que extraño es escribir.
Es un acto tan noble, que nos permite dejar un pedacito de nuestra alma en cada uno de los escritos que plasmamos en la simple hoja de papel o en el ordenador electrónico, sé que lo dijo Heiddeger, no recuerdo la cita exacta pero sé que fue así. En términos Potterianos, cada poema, cuento, capítulo, ensayo o simple oración con algo de estilo es como un horrocux, así que definitivamente viviremos por siempre, la única diferencia es que no matamos a humanos, simplemente hacemos uso de la tinta o del teclado.
Retomando los días de la semana el viernes una amiga me enseñó una epístola y un poema que había escrito en días anteriores, me dio cierto halo de envidia por su manera tan fresca de describir y elaborar metáforas para detallar lo cotidiano, también me recriminé por no tener la disciplina para seguir escribiendo como lo hacía en la carrera, aunque no es que haya escrito mucho; la realidad de las cosas es que textos narrativos son muy pocos y los líricos son nulos. Simplemente que a veces me gustaría tener la creatividad y genialidad para poder expresar lo que a veces revolotea en mi mentecita, sigo a varios aquí por blogger, algunos son conocidos, otros amigos, otros más que amigos, y siento unas ganas enormes de que mi mimesis no sea tan mediocre y realmente sea algo que aporte. Algunos apelarán que la catarsis es la que cuenta, que se intente, que el trabajo es lo que realmente interesa, pero sabemos de que no es así.
Extraño ser universitaria, extraño escribir ensayos críticos, lo extraño porque en verdad me gustaba hacerlo, lo peor es que sé que puedo seguir haciéndolo, no obstante es más cómodo decir que el trabajo no me da tiempo, y es que siempre tenemos tiempo para todo sólo que nos gusta seguir en nuestra zona de confort.
Y lo digo porque lo sé, los últimos días he salido con amigos y mi familia a varios lugares, incluso el día de hoy saldré a jugar láser tag, no es que les esté presumiendo, no, no, para nada, yo ni hago eso, así que sé que tengo tiempo, sin embargo tengo una cierta aversión a darme a la tarea de leer un buen libro, analizar el contexto social, histórico, político, lo que el autor nos quiso decir, lo que el autor nos intentó decir y lo que el libro en realidad nos dijo, hacer relecturas, utilizar el formalismo, el estructuralismo y todos los ismos que nos han forjado a lo largo de la historia de la crítica literaria, juzgar al canon como si fuéramos Bloom y no pensar en la consecuencia de hacernos creer que la literatura hispanoamericana en realidad se hace participe de un canon inexistente, el boom latinoamericano no es lo único que representa a este lado del charco. Me da tanta risa y ternura cuando nos tratamos de asemejar a los siglos de ventaja que nos lleva la literatura española.
Y estoy hablando en general, si nos centramos en México es aún, no quiero utilizar el adjetivo peor pero es el único que se me viene a la mente, peor, comenzamos con literatura colonial y eso en realidad ni es de nosotros, es una mezcla entre la historia de los vencidos y de los vencedores, le damos paso a lo Barroco con Sor Juana Inés de la Cruz, sin embargo me atrevo afirmar que cuando realmente tuvimos un nacimiento fue en la literatura de la revolución con Mariano Azuela y su obra de Los de abajo, al igual que con Rodolgo Usigli con obras como El Gesticulador, obra teatral que sigue la temática de esta corte, entre otros más.
No podemos dejar a un lado a Los Contemporáneos, con José Gorostiza, Salvador Novo, Renato Leduc, Concha Urquiza, Gilberto Owen, Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, etcétera, etcétera, etcétera, que su basta producción de poesía los hace destacar de una forma única y tradicional.
Qué decir también de La Onda, oh La Onda mi amor como te quiero, movimiento literario 100% mexicano que por el hecho de nacer dentro de la contracultura la denigraron al grado de no tomarla en serio, qué culpa tienen que los años 60's hayan estado plagados de sexo, drogas y rock n' roll. Incluso al máximo exponente de la literatura de la onda, Parménides García Saldaña, lo relegaron a tal grado de no darle credibilidad, ¡por Dios! él hizo la ruta de la onda y aún así lo dejaron olvidado en su propio viaje.
Sigue la Mafia con Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Salvador Elizondo, Inés Arredondo entre otros. Y todo esto en tan sólo el lapso de 1920 al 2012, en cambio en la literatura española contamos desde lo medieval que data desde el siglo V AL XV, el renacimiento, barroco, siglo de oro, las generaciones del 98, 27, 50 y la contemporaneidad, en resumen: siglo V al XXI.
Algún día aprenderemos a volar tomando en cuenta que primero necesitamos gatear para dejar bien puestos los pies en la tierra, elevarnos y así apreciar las joyas culturales y literarias que tenemos para mostrar al mundo.
Soñar no cuesta nada y los mexicanos realmente soñamos mucho, aún más una romántica insufrible como soy.
Lo más curioso e irónico es que inicié esto con un reproche hacía mi persona por dejar a un lado los ensayos y terminé redactando uno personal, tomando en cuenta lo que más me gustó de la carrera, así que no me sorprende si son pocos los que lo leerán realmente.
En fin, sólo quería vomitar un poco de las ideas que me venían preocupando a lo largo de la semana y sobre todo asentar que, en efecto, ya decidí ser Master en Estudios de Literatura Mexicana por el CUCUSH (suelto una risita como la de Mónica) y no importa que tarde un poco en lograr mi objetivo por no contar con los recursos monetarios, pero si ya cumplí mi sueño de ser licenciada en Letras Españolas, con más granas lograré poder cumplir este nuevo.
Agárrate, Guadalajara, porque ahí te voy.
2 comentarios:
Dejo constancia de que lo leí... Sea poco o mucho para usted.
Es CUCSH. Guadalajara ha de estar temblando, por cierto.
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