Te miré por última vez, te tapé con la sábana y di la media vuelta y comencé a recordar el día de hoy mientras caminaba a la salida del callejón. La misma rutina de siempre, levantarme, mirar la ropa que debería vestir y preparar la taza de café. Mi celular comenzaba a vibrar era un mensaje tuyo, predecible como siempre, deseándome los buenos días, diciéndome lo mucho que me amas y que estás ansiosa por verme hoy, te respondí solamente con un “yo también”. Abrí la regadera, el agua corría hasta llegar a su fin, imaginé que eras tú la que reemplazaba el lugar del vital líquido. Duré cinco minutos más de la cuenta, quería cambiar aunque fuera un poco aquello que hacia todos los días, quería tomar el control por lo menos una vez en mi vida, deje que el agua recorriera todo mi cuerpo, cerré los ojos y te imagine entre mis brazos tan frágil como un cristal. Luego te apretaba tan fuerte que te quebrabas en miles de pedazos y un grito surgía de lo más profundo de tus entrañas. Abrí los ojos, ya no podía darme el lujo de seguir desperdiciando el tiempo, salí de la regadera, me alisté y corrí hacia mi trabajo. La misma gente, el mismo escritorio, el mismo trabajo, era lo mismo de siempre, mirar por la ventana y ver a los vecinos del lugar sacar a pasear a su perro schnauzer que pareciera ser que es el único que les alegra la vida, luego a la pareja de amantes que se quedan de ver a la misma hora y ser interrumpidos por las llamadas de sus esposos sospechando que los engañan con alguien más. Pasó la hora de oficina y me fui a comer, cuando estuve a punto de llegar al restaurante una pequeña niña con una gran sonrisa llego a mi encuentro extendiéndome una hoja donde decía que era sorda y pedía una cooperación para sustentar sus operaciones, no le creí en lo absoluto pero como no andaba de mal humor decidí darle una moneda. Ella se fue corriendo después de el encuentro, cuando entré al restaurante me informaron que ya no había mesas disponibles, si gustaba esperar alrededor de 20 minutos para poder ocupar una, deje al mesero hablando ya que me di la media vuelta e hice una nota mental de no volver aquel lugar.
Pase por un lugar de comida rápida, elegí una hamburguesa con papas y me senté a mirar a las personas que estaban ahí, típicas familias que decidieron pasar un tiempo juntos ya que por cuestiones de trabajo no les queda tiempo para nada, algunos enamorados, una tipa solitaria con su notebook y yo. Le dí dos bocados a la hamburguesa y la dejé, el apetito se había esfumado al salir del establecimiento me marcaste, estabas preocupada no te había mandado un mensaje afirmándote algo que sabías de antemano pero que te encantaba escuchar y leer; decirte te amo, decirte cuanto te necesito pero ¿sabes? jamás lo volveré a decir.
Quedamos de vernos en el mismo parque, en la misma banca y sí, a la misma hora, llegue minutos antes como de costumbre, tú por el contrario tardaste más de lo normal: 15 minutos de retraso. Te excusaste diciendo que había un choque terrible, al parecer un conductor ebrio había atropellado a una niña sorda, inmediatamente pensé en la niña de al medio día pero no me importó, tu retraso me había exasperado.
Me besaste en los labios pero te rechacé de inmediato, preguntaste que me pasaba, fingí un dolor de cabeza y un poco de nauseas te preocupaste al instante pero tus palabras, tu perfume, y tu vestimenta me volvían loco, por lo que sólo me quedo invitarte a mi departamento para sorpresa tuya. Cuando íbamos caminando hacía allá un tipo intentó quitarte el bolso, lo seguí hasta un callejón y lo golpee hasta cansarme, hasta saciar mis tormentos de tus reclamos y mi rutina, hasta exterminar todo halo de hastíes en mi vida.
El tipo yacía inconsciente, tal vez muerto, te acercaste para cerciorarte que estaba bien, pero en ti, en ti vi todo lo que me hacía falta, te tome por los brazos y comencé a besarte, te quejabas de que era brusco sin embargo no me importó. Te recosté sobre el piso y tú comenzaste a gritar, algo se apoderó de mi y no recuerdo nada más. Sí, fuiste todo lo que me hacía falta, vida, amor, delicadeza, pero eras demasiado, demasiado para un ser que se conforma con comer hamburguesas con papas, demasiado para alguien que se conforma con darle una moneda a una niña que su sonrisa vale más que todo el sueldo que percibe en un año, que se conforma con quitarle la vida a quien le da la vida. Mire alrededor y encontré lo que buscaba, te miré por última vez, te tapé con la sábana, di la media vuelta y comencé a recordar el día de hoy mientras caminaba a la salida del callejón…
2 comentarios:
:O oh mai gaa xD me gustó
sobretodo el toque medio sádico al final, sólo que hay practicar un poquito más la voz narrativa masculina, en un principio es un poco femenina pero al final ya cambia completamente. ñ_ñ
Saludones saludirijillos.
Wow que bueno esta .//. a mi parecer. En realidad si pensé que lo había escrito un hombre, te quedo muy bien, sobre todo el final.
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