domingo, 16 de marzo de 2014

Nombre

En un mundo paralelo existe una tienda, la dueña es una especie de hechicera, muchos la conocen como la bruja de las dimensiones ¿Su función? cumplir deseos.

Todas las personas que llegan a dicho lugar mágico no es por casualidad, es el destino quien las llama para que su deseo se cumpla. Sin embargo para que éste pueda ser realizado deben de dar a cambio algo del mismo valor para que se pueda cumplir.

En sus propias palabras: "Si recibes algo, algo del mismo valor necesita ser entregado de vuelta."

Pero esto no tiene mucho que ver con lo que nos importa, ella también decía que: "Dando tu nombre estás dando la posibilidad de tomar tu alma. Al haber dado tu cumpleaños, estás dando el control de tu vida” y yo le creo.

Nuestro nombre es algo que nos pertenece solamente a nosotros, nos da la identidad y muchas veces el significado de él pesa a tal grado que cobramos la personalidad que se nos asigna.

Cuando conocemos a alguien y nos presentamos no nos damos cuenta de la gran carga que  entregamos; el poder que le hemos otorgado a esa persona y el que ella nos ha dado a nosotros al mencionarnos su nombre.

Todos aquellos que puedan nombrarnos tienen la oportunidad de tomar nuestra alma y hacer de ella lo que quiera: amarla, pisotearla, romperla, aliviarla, soportarla y un largo etcétera de acciones. Se convierte en una gran responsabilidad.

¿Cuántos de nosotros nos molestamos al escuchar que pronuncian mal nuestro nombre?  Eso sin mencionar cuando vemos que alguien lo escribe mal.

Definitivamente nuestro nombre es algo que nos hace especiales, aunque muchas otras personas puedan tener el mismo eso no significa que no seamos únicos. Cada quién realizamos hazañas dignas de darle “renombre” al mismo.

Cuando escuchamos que alguien nos llama sonreímos, otra vez veces esperamos que alguien lo pronuncie para que nuestras mejillas se sonrojen, en otras ocasiones cuando estamos furiosos elevamos nuestra voz al mencionar a la persona que nos ha hecho enojar.

Así de importarte es como nuestros padres nos han llamado.

Tu nombre me gustó incluso antes de conocerte, muchas veces lo había escuchado hasta que apareciste para que tuviera rostro; ambos intercambiamos un pedazo de nuestra alma cuando cada uno de nuestros labios pronunció la manera tan peculiar de llamarnos.

Incluso nos otorgamos nuestras fechas de nacimiento ¡oh, oh! gran problema. No sólo nos dimos nuestra alma, también nos regalamos nuestras vidas. Cometimos una gran equivocación, y lo más extraño es que sabíamos las palabras que la bruja de las dimensiones había dicho; no nos importó o fingimos no recordarlas.

El tiempo no significó nada para el corazón y pasó rápidamente lento, cuando menos lo esperamos comenzó a causarnos daño el escuchar nuestros nombres, o al menos a mí me hería, mucho.

Pensé que se convertía en una especie de maldición y formaste parte de muchos “innombrables” casi como villano de historia mágica. El reloj volvió a hacer de las suyas y ni maldición ni bendición, solamente dejó de doler.

Así es, dejó de doler, dejaste de ser parte de alguien que podía transformar mi alma, ya no tienes derecho sobre ella, desde hace mucho tiempo, por supuesto.

Me gusta afirmarlo: tu nombre ha dejado de dolerme.

Es triste que jamás pueda olvidarme de él, así como sé que tú tampoco olvidarás el mío, en cierta forma nadie olvida un nombre. Siempre hay alguien o algo que nos lo recordará cuando menos lo esperemos, pero tenemos la capacidad para borrar todo significado de él.

¿Sabes lo que sí es maravilloso? Poder olvidar la fecha de cumpleaños, ¡vaya que sí! he olvidado la tuya y la de muchas personas más: en ese momento dejé de tener control sobre sus vidas.

Es mejor ¿no? ¿Qué es más importante: el alma o la vida? Sinceramente creo que la vida, el alma es parte de un todo.

Así que al menos para mí, he dejado tu vida y tu alma.

He olvidado y me ha dejado de doler.

Vaya lío que hemos armado con los nombres.

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