En un mundo paralelo
existe una tienda, la dueña es una especie de hechicera, muchos la conocen como
la bruja de las dimensiones ¿Su función? cumplir deseos.
Todas las personas que
llegan a dicho lugar mágico no es por casualidad, es el destino quien las llama
para que su deseo se cumpla. Sin embargo para que éste pueda ser realizado
deben de dar a cambio algo del mismo valor para que se pueda cumplir.
En sus propias palabras: "Si recibes
algo, algo del mismo valor necesita ser entregado de vuelta."
Pero esto no tiene mucho que ver con lo
que nos importa, ella también decía que: "Dando tu nombre estás dando la
posibilidad de tomar tu alma. Al haber dado tu cumpleaños, estás dando el
control de tu vida” y yo le creo.
Nuestro nombre es algo que nos
pertenece solamente a nosotros, nos da la identidad y muchas veces el
significado de él pesa a tal grado que cobramos la personalidad que se nos
asigna.
Cuando conocemos a alguien y nos
presentamos no nos damos cuenta de la gran carga que entregamos; el poder que le hemos otorgado a
esa persona y el que ella nos ha dado a nosotros al mencionarnos su nombre.
Todos aquellos que puedan nombrarnos
tienen la oportunidad de tomar nuestra alma y hacer de ella lo que quiera:
amarla, pisotearla, romperla, aliviarla, soportarla y un largo etcétera de
acciones. Se convierte en una gran responsabilidad.
¿Cuántos de nosotros nos molestamos al
escuchar que pronuncian mal nuestro nombre?
Eso sin mencionar cuando vemos que alguien lo escribe mal.
Definitivamente nuestro nombre es algo
que nos hace especiales, aunque muchas otras personas puedan tener el mismo eso
no significa que no seamos únicos. Cada quién realizamos hazañas dignas de
darle “renombre” al mismo.
Cuando escuchamos que alguien nos llama
sonreímos, otra vez veces esperamos que alguien lo pronuncie para que nuestras
mejillas se sonrojen, en otras ocasiones cuando estamos furiosos elevamos
nuestra voz al mencionar a la persona que nos ha hecho enojar.
Así de importarte es como nuestros
padres nos han llamado.
Tu nombre me gustó incluso antes de
conocerte, muchas veces lo había escuchado hasta que apareciste para que tuviera
rostro; ambos intercambiamos un pedazo de nuestra alma cuando cada uno de
nuestros labios pronunció la manera tan peculiar de llamarnos.
Incluso nos otorgamos nuestras fechas
de nacimiento ¡oh, oh! gran problema. No sólo nos dimos nuestra alma, también
nos regalamos nuestras vidas. Cometimos una gran equivocación, y lo más extraño
es que sabíamos las palabras que la bruja de las dimensiones había dicho; no
nos importó o fingimos no recordarlas.
El tiempo no significó nada para el
corazón y pasó rápidamente lento, cuando menos lo esperamos comenzó a causarnos
daño el escuchar nuestros nombres, o al menos a mí me hería, mucho.
Pensé que se convertía en una especie
de maldición y formaste parte de muchos “innombrables” casi como villano de
historia mágica. El reloj volvió a hacer de las suyas y ni maldición ni
bendición, solamente dejó de doler.
Así es, dejó de doler, dejaste de ser
parte de alguien que podía transformar mi alma, ya no tienes derecho sobre
ella, desde hace mucho tiempo, por supuesto.
Me gusta afirmarlo: tu nombre ha dejado
de dolerme.
Es triste que jamás pueda olvidarme de
él, así como sé que tú tampoco olvidarás el mío, en cierta forma nadie olvida
un nombre. Siempre hay alguien o algo que nos lo recordará cuando menos lo
esperemos, pero tenemos la capacidad para borrar todo significado de él.
¿Sabes lo que sí es maravilloso? Poder
olvidar la fecha de cumpleaños, ¡vaya que sí! he olvidado la tuya y la de
muchas personas más: en ese momento dejé de tener control sobre sus vidas.
Es mejor ¿no? ¿Qué es más importante:
el alma o la vida? Sinceramente creo que la vida, el alma es parte de un todo.
Así que al menos para mí, he dejado tu
vida y tu alma.
He olvidado y me ha dejado de doler.
Vaya lío que hemos armado con los
nombres.