Las horas pasan con el frío bailando entre mis manos, el cabello cae en caireles de fuego que no calientan el aliento de mis ojos.
Te añoro de una manera tan veraz que creo que aunque lo supieras y te lo mostrara con la sencillez de un aleteo de colibrí no me entenderías.
Las horas pasan y el frío sigue bailando entre mis dedos, entre mis oídos que buscan anhelantes un eco de tu voz de hace días.
Déjame escucharte y encontrar la nueva peca que pueda surgir de tu rostro aunque lo evoco y me lo sé de memoria con la yema de mis pequeños dedos que te tientan, deja que tu café me caliente las ganas de correr a un mundo donde las horas no pasen.
Sí, las horas siguen pasando y el frío baila en mis pies.
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