Un bosque en el cual estoy dispuesta a vivir
un bosque que es tan verde que no importa que me pierda
un bosque que me acaricia cuando abrazo su tierra
un bosque que me hace gozar de la variedad de sus árboles
un bosque en el que puedo dormir porque sus pájaros me arrullan
un bosque tan especial que de pronto nació en mí.
Sí, tú eres mi bosque, porque es variado, fuerte, con aroma a roble, a cedro, a caoba
en tan distintas formas que tardaré una vida en recorrerte, en sentirte, en degustarte, en acariciarte
pero no importa, no importa que tarde porque estaré dispuesta a hacerlo, por ti, por nosotros.
Ese nosotros que se vuelve temeroso al futuro, se vuelve incierto sin embargo si te tengo aquí, hoy, ahora, conmigo, no me interesa, me interesa el sentir el roce de tus labios, la tibieza de tu tacto, la mirada penetrante, la sonrisa contagiosa, el amor que te estoy viviendo, que te estoy respirando para que me sientas, sientas todo lo que en mi provocas, esa alegría que estaba guardada pero sobre todo destinada para ti. Que tu nombre está escrita por toda ella, en letras de metáforas, en letras de mis alegorías esperando a cobrar vida cuando tu voz pronuncie mi nombre. Tú nombre y el mío. El mío y el tuyo.
Oh Aleph, quién iba a pensar que justo ahora te estoy amando tanto.
1 comentario:
Un bosque tan propio que bien puedo ser tu jardín. Oh, mi Liz.
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