Debería de darme vergüenza, vergüenza de seguir siendo así, de llorar tanto, me voy a volver desierto si sigo así, un desierto triste, sin agua, sin lágrimas, sin ganas de seguir. Qué ridícula soy a veces, pero no sé qué hacer cuando me duele, cuando estoy sola, cuando lloro como si alguien se me hubiera ido, como si me hubieran abandonado. Abandonado, abandonado, me siento abandonada, me siento tan triste y sola, y aunque sé que muchos me dicen que están conmigo si ahorita, no hay alguien a mi lado, diciendo que todo estará bien no me sirve de nada, necesito abrazo. Un abrazo, un abrazo y siempre, nunca, hay alguien para dármelo. Qué tristeza, qué locura, qué ganas de ya no llorar pero no se puede.
Al menos ya sé en qué soy buena, soy buena llorando, lo puedo hacer de pie, sentada, de día, de noche, pero mi especialidad es acostada, boca abajo, ahogando los lloridos, los quejidos, empapando la almohada hasta dejar mojada como para un baño. Sí, esa es mi especialidad, vaya don que Dios me dio. ¿Quién lo diría? Llorar, tal vez si existieran las vidas pasadas fui un río o una nube, o una cascada, o simplemente soy una niñita que nunca se sentirá acompañada, porque la soledad la ama tanto que le impide sentirse llena, sí, la soledad es tan pero tan sola que ni a mí me hace compañía. Te odio, te detesto, déjame en paz, déjame en paz. Por favor, ya no es orden, es suplica para dejar de llorar.
Estoy tan sola que ni una caricia de mamá me calmaría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario