De pronto abrir una carpeta y verla ahí, una foto,
nuestra foto. Sonreí, debo admitirlo, sentí una especie de calor que recorrió
mi pecho y terminó con una punzada en la cabeza —
o ese es el pretexto que pongo— todos los recuerdos se vinieron de
golpe. Sentí nostalgia.
Pensé que ya no las tenía, pensé
que en algún arrebato por dolor las había borrado, pero no, siguen ahí. Creo
que si estuviera impresa sería más sencillo romperla, tirarla a la basura o tal
vez quemarla, sin embargo decido dejarla donde está, no eliminarla, tal vez por
romántica, tal vez por, eso, nostálgica, tal vez porque soy una tonta.
Pudimos serlo todo, pero tú
decidiste ser nada, o decidiste ser recuerdos ¿eso es mejor, no? Recuerdos que
puedo guardar en una cajita de madera y traerlos a mí cuando quiera.
Es una mentira que olvidamos, en el
verdadero sentido de la palabra, podemos omitir pero siempre habrá algo: un
sabor, una imagen, un sonido, un olor, una palabra que nos hará recordar a ese
alguien o algo.
Últimamente te he recordado mucho,
al tiempo le gusta jugar con nosotros y se divierte haciéndonos revivir
momentos gratos y no tan gratos. Creo que te he recordado tanto como te extraño
o viceversa. Puede que sea mucho, puede que sea poco, pero de que ha pasado ha
pasado.
A veces me pregunto si podríamos
seguir siendo amigos, saludarnos de vez en cuando y contarnos las nuevas que
tenemos por casualidad pero he decidido que ya no me hagas daño. Estoy segura
de que no lo harías directamente pero “las” acciones sí.
Decidí que las personas no son las
que hacen daño, soy yo quien me hago daño permitiéndolas hacerlo, así que: no more.
Sé que hubo valor, un gran valor,
pero al mismo tiempo no. No como debería.
Te guardo porque te extraño y aún
te tengo mucho cariño, demasiado, pero no creo poder soportar una vez más lo
que ya he pasado.
Te guardo como a esa foto, como a
esas fotos, como a esos momentos fugaces, efímeros y perfectos.
En eso consiste la perfección, en
la felicidad de instantes que no podrán cambiar ni aunque la memoria quisiera
hacerlo porque sabemos la verdad y la verdad siempre prevalecerá en nuestros
corazones aunque no lo pronunciemos.
Te guardo, te guardo y te beso en
la frente.